Convergencias de estilos: Maximalismo vs minimalismo

Cuando nos referimos al minimalismo nos imaginamos un espacio de líneas simples, con un orden visual y un esquema de color neutral y monocromático. Pensamos en un ambiente tranquilo y silencioso, un descanso a los estímulos diarios, en el que no hay lugar para lo superfluo ni para los excesos, así lo considera la interiorista Carmen Ariza Prota.

Es una filosofía de vida heredada de los tradicionales interiores japoneses y que fue llevada de la mano de la arquitectura de Mies Van Der Rohe con su tan conocido “Menos es más”. El propósito del minimalismo dentro del diseño es conectarnos con la esencia del ambiente, con la pureza de las formas, crear el envolvente perfecto para que el espacio cobre vida por las actividades de quien lo habita.

Explica que darle protagonismo a la función y permitir que los objetos que forman partes de él (modernos o antiguos) se dejen apreciar por su escultórica belleza más que por los ornamentos que los rodea.

Espacios sublimes creados por el juego de la iluminación, el equilibrio y el despojarse de lo innecesario.

El Maximalismo, muy en tendencia en la actualidad, es una respuesta de valentía, de diseñar sin límites y de retar a la imaginación para hacer de los ambientes esculturas a escala real, en los que lo inesperado y el exceso son fomentados. Aunque los interiores maximalistas se retratan en nuestro imaginario como proyecto de interiores.

Como en toda obra de arte el uso del color es esencia fundamental del lenguaje; el maximalismo, no ignora este recurso, sino que lo hace parte clave para su ejecución, juega con los contrastes y lo usa a su favor para crear armonías inesperadas. La alegría dentro de estos proyectos es que son el resultado de nuestra expresión artística y nos permite divertirnos con las escalas, las texturas, los materiales y la yuxtaposición de objetos y épocas.

Kelly Wearstler es definitivamente mi referencia de lo que es el maximalismo hoy en día. Con su estilo y buen gusto ha traído lo mejor de él a la mesa.

Para trabajar este tipo de interiores hay que tener un ojo crítico que permita apreciar la belleza de lo caótico, celebrar las piezas que quizás hablan idiomas diferentes y hacer que tengan una conversación armoniosa de una forma relajada.

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