¿Por qué es de los pocos destinos donde volvería una y otra vez? África es sorprendente, un destino que de primera impresión te reta y que luego que estás ahí te remueve todo tu interior. Es ese lugar donde siempre quieres volver. En mi caso, he tenido la bendición de poder ir a África en tres ocasiones distintas, y la verdad es que no me aguanto para volver.
África es un continente inmenso y todo aquel que quiere tener una experiencia de safari cuenta con un sinnúmero de opciones. En mi caso, de las tres ocasiones que he ido, la que más he disfrutado fue cuando decidí hacer el viaje en familia pues identifiqué que, al hacerlo, no sólo íbamos a conectar con nuestro entorno, sino también con nosotros mismos.
Cuando llegamos, luego de dormir una noche en Nairobi para nivelar nuestro jetlag, emprendimos nuestro vuelo interno a la reserva del masái Mara. Ahí empezó nuestra aventura desde que pusimos el primer pie en esta impresionante reserva, la cual, junto al Serengeti, cuenta con una superficie de unos 40,000 kilómetros cuadrados (recuerden que República Dominicana completa tiene una superficie de 48,442 kilómetros cuadrados para que nos hagamos una mejor idea del tamaño de este ecosistema Serengeti-Mara, que posiblemente sea el área protegida más emblemática del mundo).
Emocionante safari en familia
Cada día, de madrugada, empezaba nuestra maravillosa rutina. Salíamos en búsqueda de leones, elefantes, búfalos, leopardos, rinocerontes y, por supuesto, en el camino nos deleitábamos con las jirafas y cebras que adornaban nuestro paisaje. Éramos los intrusos en su hábitat y teníamos que hacerlo en silencio y con ojos curiosos y atentos.
Una tarde fuimos a visitar una tribu masái, donde realizamos un intercambio cultural y pasamos un momento especial con las familias masái.
Mágico vuelo en globo
Otra mañana arrancamos con una experiencia de vuelo en globo donde pudimos disfrutar desde lo alto la grandeza de esta reserva para luego tener un desayuno especial montado en el medio del Bush. ¡Fue mágico! En las tardes repetíamos la rutina luego de descansar y almorzar rico en nuestros lodges favoritos. Hicimos nuestro safari tanto en Kenia como en Tanzania.
Hacer un safari es una de las experiencias más enriquecedoras que hay y, al hacerlo, elevas tu espíritu en la medida que te conectas con el entorno, con sus bellos amaneceres y atardeceres, con el sutil sonido de la naturaleza que percibes cada instante y, sobre todo, cuando al hacerlo conectas con su gente… noble y hospitalaria como pocos. En resumen, como leí por ahí..#AfricaNeverLeavesYou
En definitiva, soy de las que piensan que tenemos que salir de nuestra zona de confort y esforzarnos en construir memorias para luego poderlas saborear y contar 20 o 30 años más tarde. Este tipo de experiencias es, sin lugar a dudas, el mejor regalo que le podemos dar a nuestros hijos y aún más, a nosotros mismos.
Este artículo fue publicado originalmente en Revista Aldaba no.90. Texto por Laura Asilis. Adquiere nuestra revista impresa en los puntos de venta.